jueves, 7 de abril de 2011

La ciudad subterránea

Era una ciudad normal que estaba sumergida en el agua del Atlántico, creo que se llamaba...¡Atlantea! Era un día normal como todos: niños jugando en sus casas, gente en el supermercado…
Eran las 6:00 horas, se empezó a mover la tierra bruscamente. La gente al principio no se dio cuenta pero al final vio a lo lejos unas manchas negras que se acercaban a gran velocidad. Tardaron mucho en llegar y les dio tiempo a pensar que serían sirenas, submarinos...
Uno dijo: -¡son tiburones!
Las personas que lo sabían intentaron huir pero el intento fue nulo puesto que venía por todos los lados.
Pasó media hora cuando todos estaban en sus casas asustados. Cuando llegaron los supuestos tiburones la gente que los observaba intentó esquivarlos pero un hombre se quedó fuera; nadie sabía lo ese hombre hacía, pero él sí que sabía a lo que se enfrentaba y pensó:
-Colocaré unas trampas a ver si puedo atrapar a uno y usarlo como cebo para atrapar a los otros tiburones.
Mientras la gente de la ciudad pensaba:
-Ese hombre está loco de verdad, le comerán los tiburones. Él no pensaba que iba a morir, él sólo pensaba en salvar a su ciudad. Estas manchas negras que parecía tiburones tan solo eran bancos de peces. Los ciudadanos pensaron matar al que dijo que eran tiburones por el susto que se habían llevado todos. Entonces el hombre loco dijo:
-No podéis matarlo, tan solo dijo una propuesta como todos los demás.
El hombre muy agradecido le dio las gracias.
-Muchas gracias buen hombre.
-Tranquilo, no pasa nada, tú no dijiste más que una propuesta.
-Pero al menos acepta esto como mi agradecimiento.
Era un gran collar con diamantes y joyas incrustadas. Para él fue una gran recompensa por su trabajo.

1 comentario:

  1. Victor: Muy bonito relato, como bien escribes, todo trabajo y esfuerzo tiene su recompensa, bien sea de una manera o de otra.


    Carmen.

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