martes, 25 de mayo de 2010

Leyenda africana

En algunas aldeas de Namibia cuentan que hace mucho, mucho tiempo, el cocodrilo tenía la piel lisa y dorada como si fuera de oro.
Dicen que pasaba todo el día debajo del agua en las aguas embarradas y que sólo salía de ellas durante la noche y que la luna se reflejaba en su brillante y lisa piel.
Los otros animales iban a esas horas a beber agua y se quedaban admirados contemplando la hermosa y dorada piel del cocodrilo.
El animal, orgulloso de la admiración que causaba su piel, empezó a salir del agua durante el día para presumir de su piel. Entonces, los demás animales, no sólo iban por la noche sino que se acercaban también cuando brillaba el sol para contemplar la piel dorada del cocodrilo.
Pero sucedió, que el sol brillante, poco a poco fue secando la piel del cocodrilo, cubierta de una capa de reluciente barro, y cada día se iba poniendo más fea. Al ver este cambio en su piel, los otros animales iban perdiendo su admiración. Cada día, el cocodrilo tenía su piel más cuarteada hasta que se le quedó como ahora la tiene, cubierta de grandes y duras escamas parduzcas. Finalmente, ante esta transformación, los otros animales no volvieron a beber durante el día ni a contemplar la antigua hermosa piel dorada del cocodrilo.
El cocodrilo, antes tan orgulloso de su piel dorada, nunca se recuperó de la vergüenza y humillación y desde entonces, cuando otros se le acercan se sumerge rápidamente en el agua, con sólo sus ojos y orificios nasales sobre la superficie del agua.

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